Un rayo de sol se colo entre las nubes grises. Del cielo tan solo caía una llovizna fina y delgada. No había dejado de llover desde que llegamos, y hoy al tercer día, por fin el cielo se estaba despejando y el sol aparecía por el horizonte. Bostece, y me retire la capucha del impermeable, comenzaba a calentarse el ambiente. Volteé a buscar a mis compañeros de guardia; Sanyu el ugandes, que oteaba el sur mediante unos prismáticos, y en la otra esquina estaba John, entretenido buscando algo entre las calles con la mira de su rifle mientras silbaba una melodia. --Esta por salir la partida, están en el acceso— Nos informo Sanyu. Siempre iba con el cabello corto y bien afeitado. —Tres hombres. Alejandro, el Danés y creo que irá al frente Constantin... No, no salio Constantin, en su lugar va una mujer. Creo que es la chica de Viena. Entonces los dirige Alejandro, nuevamente van hacia el este.-- --Hannah— Le informe de inmediato. —Su nombre es Hannah, la del cabello castaño. --Pues sea quien sea, espero que encuentren algo. Yo no he visto nada en tres días, tal ves el hombre y su hija son los únicos que quedaban— Durante toda la noche nos había repetido lo ansioso que estaba de que lo enviaran en una partida de exploración.--Si yo estuviera con ellos ya hubiera encontrado a un sobreviviente o por lo menos sus restos-- --Lo que buscamos no son gorilas Sanyu— Se mofo John con una risita. Nunca me había gustado John, tenía algo que no terminaba de darme confianza. Según el, venía de Nevada, era norteamericano. —Yo preferiría que no encontráramos nada, para poder irnos de aquí. Tal ves los que vivían aquí simplemente se fueron a otro lugar, no me extrañaría. --¿Tanta prisa tienes por irnos? Parece que tienes miedo John— Le regreso la chanza. --No habría nada de malo en tener miedo, es normal.— Intervine. Y era la verdad, no hay nada de malo en tener miedo, es tan normal como la felicidad y la tristeza, era lo que siempre me decía mi padre. —A mi me dio miedo tan solo ver la condición del hombre y de su hija-- --Solo estaban famelicos. Solo es hambre, y el hambre produce enfermedad. También es algo normal— Me dijo Sanyu con tono conciliador y encogiéndose de hombros. —O por lo menos lo es de donde vengo.-- Me caía bien, aunque aparentaba ser un hombre duro y frío era todo lo contrario, fraternal y amistoso, y sus historias eran las mejores de la unidad. En un inicio, cuando me incorporaron a la unidad lo evitaba debido a su aspecto, más aún cuando me enteré por chismorreos que cazaba gorilas y lo tome como un cazador furtivo. Sin embargo, cuando estuve en misión con el lo conocí en verdad. —No los cazaba solo los rastreaba, para proteger algo hay que saber primero en donde esta.— Me dijo entonces. Había crecido en una reserva de gorilas en Uganda, y con 36 años era el elemento más longevo de nuestra unidad, la 416° de Fuerzas Especiales. La puerta del cubo de las escaleras se abrió en ese instante, emergiendo Andrew, Adele y Erick, este último con el rostro congestionado, traía consigo su enorme radio. Sanyu compartió el reporte de guardia de nuestro turno a Andrew, entre otras cosas que no alcanzaba a escuchar. --¿Como les fue Em? ¿Aconteció algo de importancia?— Adele estaba de pie junto a mi. Estiraba los brazos mientras bostezaba. Usaba un rifle Tovar que siempre me llamaba la atención por su diseño poco usual. --Nada que informar, la única noticia es que dejó de llover, y creo que es la mejor que hemos recibido hasta ahora.— Me levanté y me masajeé las piernas— ¿Han llegado noticias de las otras unidades?-- --Ninguna que me hayan comunicado, pero Erick al parecer escucho algo hace un rato— Dijo, volteando a ver a Erick que se acercaba al percibir que lo mirábamos. --¿Que has escuchado Erick?— Lo apremie. --Hay otros supervivientes— Comenzó a explicar con una mueca en el rostro —Llegaron está mañana al hotel donde esta la 213°, la de las letras grandes y muchas ventanas.-- --Ya sabemos cuál es, chico— Lo interrumpió John —¿Cuántos? ¿Que dijeron?-- --Estaba terminando mi turno en comunicaciones, no escuché todo el mensaje, solo escuché que al parecer querían comerciar.— Termino Erick. Sanyu arqueo una ceja al escuchar eso y Andrew se limito a encogerse de hombros, al parecer no estaba al tanto de nada. --Por lo menos es algo. Un avance.— Dijo Adele para romper el silencio. Me di la vuelta y comencé a guardar mi equipo. Mi rifle, un PGM 338, reposaba sobre el muro, poseía la fuerza necesaria para derribar a cualquier demonio a 1,200 m. Me quite mi impermeable, lo doble y lo metí en mi mochila. Sin darme cuenta Erick llego a mi lado y rebuscaba algo en su bolsillo, lo encontró y me lo tendió con una sonrisa nerviosa. —Son barras de chocolate, las encontré ayer en el fondo de una máquina dispensadora. Deben de tener por lo menos 2 años desde su fecha de caducidad, pero el empaque es sellado, aún son buenos.— Me dijo, esforzándose por mostrar una sonrisa nerviosa. Siempre le costaba congeniar con los demás. --No soy muy fan de los dulces— Siempre dudaba del por qué estaba en nuestra unidad. Decían que podía arreglar cualquier cosa, pero también Adele se caracterizaba por eso. --Comprendo, pero tal vez podrías dárselas a la chica, ya sabes la hija del hombre. Intenté hablar con él, y preguntarle algunas cosas pero no me lo permitieron. Quería dárselos como buen gesto.— Desde que se presentó aquel hombre con su hija a cuestas habían sido confinados a una habitación bajo vigilancia a la que solo podían entrar los sanitarios para cuidar de su salud y los superiores encargados de interrogar al padre. —Al parecer la chica ya está mejor, tenía una fuerte infección estomacal y estaba deshidratada.-- --¿Acaso quieres que empeore con tus dulces viejos, Erick?— Le espeto Sanyu con una caracajada. —Ya los superiores nos informarán de lo que haya dicho ese hombre-- --Vere que puedo hacer, no te prometo nada.— Tome los dulces de su mano y los metí en un bolsillo bajo mi chaqueta. —Creo que le das demasiada importancia, tal vez no sepan nada relevante-- Durante la tarde del día en que llegamos a la ciudad, Erick me compartió sus preocupaciones, como miembro del equipo de comunicaciones de vez en cuando podía escuchar la información que entraba y salía de nuestros mandos. A mi parecer la teniente coronel e Ivana no eran personas duras y frías, sino que sus rangos las obligaban a ser así. Ya lo había vivido con mi padre, trabajaba para las fuerzas armadas alemanas, a pesar de su rango medio, siempre tenía dos facetas la de padre y la de capitán. Aún así, no tenía dudas de que nuestros superiores siempre sabían más de lo que nos decían. Por lo que me contó Erick, en su momento pudo hojear un informe de un grupo de reconocimiento que exploro las inmediaciones de la ciudad hace 5 meses. Por lo que me pudo explicar, encontraron una numerosa población pero que sufría una rápida y evidente decadencia por una rara enfermedad. Al parecer el alto mando se lo atribuyó a qué el subsuelo, el cual tenía numerosos ramales de una mina antigua, estaba expulsando gases y contaminando el agua, y por consiguiente a sus habitantes morían intoxicados. Sin embargo, Hannah, quien era una especialista química, realizó numerosas pruebas desde el día que llegamos. Su conclusión, nos la había compartido el día de ayer mientras comíamos. —No he encontrado nada anormal, si hay rastros de radioactividad en el aire al igual que en todo el mundo, pero nada que pudo haber terminado con tantas personas-- Mientras bajaba por las escaleras iba meditando sobre todo esto me dirigí hacia el comedor, comenzaba a darme sueño y preferí tomar algo antes de dormir. Me encontré de frente con Ivana que salía de la oficina de mando. --Tovarishch ¿Que tal tu turno de guardia, alguna novedad?— Me dijo a modo de saludo. --Nada que merezca la pena informar, Capitan— Note que portaba su boina color rojo, que mostraba una estrella del mismo color. Mi padre me explico que era la insignia de un país que en su momento fue una gran potencia mundial y que terminó por desmoronarse, lo que nunca dijo pero logré intuir es que mostraba recelo y desconfianza de quien fuera quien las portaba. —¿Hay nuevas de las partidas de exploración?-- --Nada de importancia— Dijo, mostrando precaución. —El hombre que llegó con su hija ha aportado valiosa información para saber a dónde enviar las partidas. Confío en que pronto encontraremos algo— Terminó sin decir más y continuo su camino. Pase frente a la oficina de mando, dentro, alcance a ver a la teniente coronel y a Constantin revisando una gran cantidad de planos sobre un amplio escritorio. Unos metros más adelante y del lado opuesto estaba la habitación donde se encontraba recluido el misterioso hombre y su hija. En la puerta, se encontraba Yassir, quién al verme me llamo —Hey, Emma, necesito un favor, cubreme unos minutos, no se por que mi relevo tarda tanto. Solo necesito ir al escusado-- No pude contener reírme al verlo tan desesperado por salir corriendo —Anda y ve, no quiero que te ocurra un accidente que puedo evitarte— Sin más salió a paso veloz por el pasillo, dejé mis cosas en el piso y me recargue en la pared. El techo mostraba los estragos de la humedad por tantos años de abandono. Me vino un recuerdo lejano, cuando jugaba con Anna, una niña un año menor que yo, vivía a dos casas de mi. Durante las tardes recorríamos nuestro vecindario, era modesto por decir algo y frecuentemente había casas deshabitadas, nos gustaba jugar al escondite dentro de ellas pero solo cuando había luz de día. En una ocasión decidimos entrar a una casa antigua que comenzaban a remodelar, Anna había entrado primero y yo después de un rato con el fin de buscarla. Por dentro, la madera de la casa era vieja y carcomida por la humedad, decidí subir al segundo piso, los escalones crujian bajo mi peso, al llegar al cuarto escalón me di cuenta que había un espejo y me quedé contemplando mi reflejo, amaba mis ojos, para mí eran lo más bello de mis rasgos. De repente percibí un movimiento arriba en las escaleras, había un hombre parado en el último descanso de semblante duro. Lo mire y me miró fijamente sin decir nada, tenía un nudo en la garganta y el miedo me había paralizado, finalmente me decidí a correr, pero di un mal paso hacia atrás y perdí el suelo cayendo de espaldas, solo recuerdo ver un techo lleno de moho mientras caía. Finalmente mi cabeza golpeó el suelo y perdí el conocimiento. --Tenemos que irnos de aquí lo antes posible— Me dijo una voz grave. Había estado tan sumergida en mis pensamientos que no sabía de quien era. —Ya vienen, pronto aparecerán, ya saben que estamos aquí. El aire huele a calor. Provenía de dentro de la habitación. —¿Quienes vienen? ¿Y por qué?— le dije, pegándome a la puerta para que pudiera escucharme. --Tu ya los conoces, sabes quienes son y de qué son capaces, tus jefes no quieren creerlo hasta que encuentren pruebas. Pero cuando las tengan, será muy tarde— En su voz había seguridad, nerviosismo y miedo. Tratando de procesar la información, no supe que decir. --No sabía que tú estarías de guardia hoy, podrías ayudarme, tengo las manos ocupadas para abrir la puerta--

Теги других блогов: exploración aventura post-apocalíptico